Un Hombre Universal: Charles Marie de la Condamine

 Un Hombre Universal:
Charles Marie de la Condamine, 1701 – 1774

¡Algo es cierto… fue un hombre extraordinario! 

Charles Marie de La Condamine nace con el Siglo de las Luces, el  de la Ilustración. El siglo XVIII ha ejercido su influencia  hasta el día de  hoy  debido a que  muchos de los acontecimientos  sociales, económicos, políticos,  culturales e intelectuales   han determinado el pensamiento y la historia  en  el mundo occidental.

El siglo XVIII  es el último de la Edad  Moderna y el primer siglo de la Edad  Contemporánea,  en el cual  hubo un extraordinario desarrollo de las artes y de las ciencias, impulsado  por la Ilustración. Se inicia la Revolución Industrial y el despegue económico de Europa, con lo cual, se produce un predominio e influencia de Europa en el mundo.   Todo ello es  determinante  porque el desarrollo de  las ciencias provee las bases y la estructura a los conocimientos, con los cuales los científicos y académicos  moldearon el  pensamiento de la época.  Por ejemplo,  se desarrolla la ingeniería, las matemáticas, la química moderna,  la física, la meteorología,  la astronomía, la geodesia, la geografía, la botánica,   entre otras.

Muy  importante  es recalcar  que en este siglo  se organizan las primeras  expediciones naturalistas   en el mundo, dando cabida  al  conocimiento geográfico y natural de lugares  recónditos



En esta época, ávida de ciencia y conocimientos,  vive Charles Marie de La Condamine. Si tomamos en cuenta este  escenario de viajes y  expediciones,  llenos de misterio, aventura y adversidad,   nadie podría imaginar que en 1745  un viajero francés,  Charles Marie de La Condamine,  regresaba a su patria, después de casi nueve años de investigaciones científicas y profundas experiencias personales en la Real Audiencia de Quito, actual Ecuador;   realizó  un recorrido inimaginable desde Jaén,  nororiente del Perú y actual región de  Cajamarca,  el 11 de mayo de 1743,  hacia el   Océano Atlántico, pasando por Cayena en la   Guayana Francesa,  hasta llegar a Paris  a comienzos de 1745.

Sin embargo, la planificación del regreso  inicia en 1742,   con  los primeros  tramos de  regreso  desde Cuenca, actual provincia del Azuay en Ecuador,  en abril  de 1743.  De manera   que  su viaje de regreso a Europa   dura poco  menos de  dos años.
    
Charles Marie de la Condamine  nació  en Paris  en enero de 1701.  Fue militar de profesión,  escritor y naturalista; sus conocimientos en matemáticas, en geografía  y  una amplia cultura  humanista le validaron para ser miembro de número de  la  Academia de Ciencias de Paris y de la Academia Francesa.  Igualmente, fue miembro de la Royal Society  of London, de la Academia de Ciencias de Rusia y de la Academia Prusiana de las Ciencias.  
Charles Marie de la Condamine, 1701 – 1774

En 1732 se embarca durante cinco meses hacia las costas de   Argelia, Alejandría, Palestina, Chipre y Constantinopla.  Tras variados  trabajos de investigación y observaciones,  fue nombrado miembro de la expedición  científica   para realizar  la Misión Geodésica Francesa  en  la Real Audiencia de Quito,  organizada por la Academia de Ciencias de París  en 1735,  conjuntamente,  con las  coronas francesa y española,  con el objetivo de medir en el hemisferio austral la longitud de un grado de meridiano terrestre en las proximidades del ecuador, es decir,   en la mitad del mundo.   De  forma que se  comparó  esta medida con una equivalente realizada,  en  otra expedición  en  Laponia,  para determinar si la tierra era achatada en los polos o en el ecuador.

El aporte científico de  Charles Marie de La Condamine,  en la región de la Real Audiencia de Quito durante aquellos años,  contó  también  con el descubrimiento del árbol del  caucho,  determinó la  forma de usar  la quinina para contrarrestar la enfermedad de la malaria  y  estableció los fundamentos para el actual sistema métrico decimal. 

A lo largo de  9 años que duró la Misión Geodésica Francesa en la  Real  Audiencia de Quito,  con el apoyo de numerosos y brillantes  académicos franceses y españoles,   se realizaron una serie de expediciones,  experimentos y observaciones entre  1735 y 1744, cuyas  Memorias fueron oportunamente enviadas para ser publicadas o archivadas en los anales de la Academia de Ciencias de Paris.

Los académicos franceses no solamente midieron  los tres grados y medio  de meridiano terrestre en estas regiones, sino que  trabajaron  en la observación  de los eclipses del sol y de la luna, calcularon la oblicuidad de la eclíptica,  midieron la velocidad del sonido, estudiaron el problema de la atracción presentada  por  Newton,  analizaron  las oscilaciones del péndulo con la medición de la longitud  de las oscilaciones, entre otras investigaciones científicas;   finalmente,   fueron los  primeros en trazar la carta geográfica de la Real Audiencia de Quito, hicieron los  planos de ciudades y descripciones geográficas  sobre varias regiones de lo que hoy es el Ecuador. 

Charles Marie de La Condamine aspiraba  a realizar una obra única y final,  resultado de  los trabajos,  con participación de  todos los académicos, obra  que cubriese todos los aspectos investigados  y traducida  a las lenguas habladas en Europa;  desgraciadamente,  nunca sucedió  a causa de las excesivas diferencias y discusiones sobre los resultados de las investigaciones  entre  los académicos.

En 1745 se imprime la primera obra de  La Condamine en Holanda,  y fue   el  “Extracto del Diario de Observaciones”. Posteriormente, en 1751, se publican dos libros en Paris: primero,  Medición de los tres  primeros grados en el Hemisferio Austral;  segundo, Diario del Viaje al Ecuador,  Introducción Histórica  a la Medición de los tres primeros grados del Meridiano.


Diario de La Condamine

La segunda obra es especialmente interesante porque  relata  minuciosamente,  con referencia de  fechas  con días y meses,  los sucesos e inconvenientes que determinaron el desarrollo de la  Misión Geodésica Francesa, entre   1735 y  1745, hasta que ésta termina y La Condamine  regresa a Paris el 25 de febrero de 1744,   diez años después.

A pesar de todos los esfuerzos, solamente en 1737,  los  académicos comienzan a realizar las operaciones trigonométricas  estableciendo  las señales de ubicación  y se distribuyen en dos “compañías”:  una de ellas,  en la cordillera occidental,  y  la  otra, en la cordillera  oriental.   En razón de que la  ubicación  de las estaciones de observación  para la triangulación eran tan  lejanas  entre sí  y  en sitios desolados, los académicos estrecharon la extensión de los  triángulos    y,   en tres años,   acabaron  por medir   una franja o línea recta en el valle o callejón  interandino.  Según Federico González Suarez, los académicos se ubicaron  en 67 estaciones y el número total de triángulos medidos fue de  43,   los cuales alineados, uno  al  lado de otro,  formaron la franja  en el   callejón interandino.    Llegaron hasta la meseta de Tarqui, en Azuay  en el sur, y en Cochasquí, al norte de Quito.

La Condamine  fue el  mayor entusiasta de la Misión Geodésica,  puso todo su empeño y  decisión   en participar  como abogado,  administrador,  financista o diplomático, haciendo frente a todos  los  problemas  e inconvenientes  imaginables .  Su dedicación,  tenacidad  y carácter  investigativo,  pues poseía una curiosidad innata,  lo llevan  a esta  tarea de gigantesca trascendencia histórica  y científica, durante la cual vivieron en la ciudad de Quito la mayor parte del tiempo.

De las primeras impresiones  de    Charles Marie de La Condamine   al llegar a Quito,  nos relata:  “… fui presa de un asombro mezclado de admiración, ante el aspecto de un largo valle de cinco a seis leguas de ancho, entrecortado de torrentes que se reunían para formar un río; a pérdida de vista,  contemplaba  extenderse  campos cultivados  con diversidad de llanuras y praderas, pendientes de verdura,  pueblos, aldeas…” y  “…Mi sorpresa crecía a cada instante: pude ver,  por primera vez,  flores, botones y frutos en pleno campo sobre  todos  los árboles:   vi sembrar, labrar y cosechar el mismo día y en el mismo sitio”.

Para   llegar a Quito,   era necesario  atravesar la cordillera desde Esmeraldas,   por lo que   “… esta tierra está cubierta de espeso bosque, donde hay que buscar la luz del día con el hacha;  caminaba con la brújula y el termómetro en la mano, más a  pie que a caballo.  Llovía de manera regular todas las tardes;  arrastraba conmigo diferentes instrumentos…  Estuve ochos días en estas soledades, abandonado de mis guías;  llegaron a faltarme  la pólvora y las demás provisiones;  mi único recurso eran  los  bananos y otros frutos salvajes.  Me atacó la fiebre y me curé con una dieta, que la razón me aconsejaba  y me ordenaba  la necesidad”.  

A finales de 1742, La Condamine  inicia las gestiones y  preparación de   su regreso a Europa   pidiendo el envío de canoas  al embarcadero de Jaén a su amigo, el Padre Juan  Magnin (1701-1752), sacerdote jesuita alemán, matemático y astrónomo, fue profesor de matemáticas en Quito y estuvo en Mainas.  En abril de 1743, sale de Cuenca   “para no regresar más”,  recibe la  aceptación  de su compañero  de viaje,  Pedro Vicente Maldonado, para salir por la ruta del Rio Amazonas  a Europa   y por ello   “…necesitaba confirmarme en la seguridad  de que ya no me retenía ningún obstáculo”.   Sale por el valle de Tarqui, pasa por una garganta  o encañonado llamado Portete  y se dirige a la región de   Yunguilla,   llamado el “laboratorio de las nieblas”.  Cuando sale de Yunguilla, atraviesa un paso de río,  famoso por peligroso, sobre el  Río Jubones.    

Decide pasar por Zaruma,  para incluirlo en los mapas, cuyas minas de oro estaban abandonadas.   Luego  por Loja,  donde se deshace de todo lo que,  a causa del peso,  podría retrasar  su viaje, es decir,  pertenencias  como su cama y efectos personales,     guardó  solamente dos vestidos  ligeros en las maletas.   En Malacatos decide quedarse unos días,   en vista de que una de sus mulas fue arrastrada por la corriente  con su carga, de manera que  los   “…planos, mapas, vistas y dibujos  estaban muy maltratados y había tomado la costumbre  de secar mis papeles cada vez que se mojaban”. Realiza el trayecto por  varios sitios, entre ellos,  Yangana,  donde recoge personalmente los retoños del  árbol de la quinina para llevarlo al Jardín Real  en Paris.     Llega  el 26 de Junio  al embarcadero  del río  Chuchunga,   después de varios naufragios en un torrente por el cual había pasado  veinte y dos veces,  se queda  hasta el 4 de Julio y  el 5 de Julio llega,  en una balsa,  a la confluencia del río Chuchunga con el río Marañon.   El 10 llega al poblado de  Santiago, después de remolinos y  pasos muy difíciles, los cuales no pudo pasar sino mediante  cuerdas lanzadas  por los indígenas de la otra canoa que lo acompañaban bordeando el río. 



Pinche en el video para aumentar su tamaño. Pongo de Manseriche. Amazonas, Perú

Video tomado del viaje efectuado por dos ecuatorianos, los lojanos señores Darwin Palacios y Carlos Correa Loyola por el Pongo de Manseriche  en noviembre del año 2006. Lugar por el cual pasó Charles Marie de la Condamine en su viaje por el Amazonas.

Según la RAE, Pongo: Paso angosto y peligroso de un río.


Posteriormente,   atraviesa el  famoso Pongo de Manseritche,  acompañado del Padre Juan Magnin. La Condamine se sirvió del mapa del Padre Magnin para realizar su Carta del curso del río Marañón y, luego,  del Amazonas.

Aunque  menos difícil de lo que La Condamine  había imaginado,  el Pongo de Manseritche  se encuentra ubicado en el noroeste  del Perú, al inicio de la cuenca del río Amazonas, aun cuando sigue siendo el río Marañón,  pasa  dentro de una boca o estrechez entre dos montañas y  ha sido  famoso por ser peligroso. Normalmente este río tiene 400 metros de ancho y en el Pongo de Manseritche tiene 35 metros de ancho, muy profundo y de difícil navegación.  Sigue por los poblados de Borja y de   Santiago,  en el actual Perú, pues  en Ecuador existen poblaciones con los mismos nombres. 

Los resultados y reportes de sus comprobaciones e investigaciones  quedan  registradas  en las Memorias  enviadas  a  la Academia,  las cuales  se realizan  en  duplicado o,  a veces,  hasta en triplicado,  enviándolas por distintas caminos,   previendo  la posibilidad  de su fallecimiento en el trayecto.

El Padre  Samuel Fritz (1673-1725), sacerdote jesuita  y cartógrafo, quien  supuso haber descubierto el  inicio del río Amazonas  en  la Laguna de Lauricocha, principal misión de Mainas,  acompaña a La Condamine a  la  Laguna,  donde  se detienen  el 14  de Julio y el 17  llegan a  la desembocadura del  río Pastaza.     El  19 de julio,   Pedro Vicente Maldonado  lo espera para continuar  su viaje  por el Amazonas.   Parten el 23 de Julio en 2 canoas de 42 y 44 pies de largo, es decir, entre 12 y 14 metros,  hechas de un solo tronco de árbol  cada una  y con 8 remeros a bordo,  remeros  que  debían ser  contratados  con mucha cautela y secretismo debido  a que  nadie deseaba trabajar por  temor al contagio de la viruela.   Después de 48 horas de viaje, llegan  al pueblo de los  Yameos,  recién  “civilizado” y, al día siguiente,  pasan frente a la desembocadura del  Ucayale.     Luego su trayecto los lleva  a  San Joaquín de los Omaguas, que era el pueblo “más  civilizado” de todos los pueblos  que habitaban  el  borde del Amazonas.

El 31 de Julio de 1743  confirma la longitud y latitud  de la desembocadura del Río Napo, que se  inicia  en las  montañas al este de Quito.   Tocan tierra en Pevas,   la última  misión española descendiendo  por el río.   En este lugar,  los Ticunas    “…usan en las puntas de pequeñas flechas de madera de palmera, que lanzan con el soplo a través de  una cerbatana, pasa por ser en la región  el más violento que sirve para este uso…”,  “… pero la cacería que se mata con estas flechas es buena para comer y de ella hemos vivido nosotros en el curso de nuestra navegación por el Amazonas.”

Parten de Pevas y navegan  tres noches y tres días, como comenta La Condamine:    “…hicimos la travesía de siete a ocho días sin encontrar habitantes.  En la noche, nos dejábamos llevar por la corriente para que descansaran nuestros remeros;  solamente dos de ellos hacían la guardia,  el uno en popa  y el otro en proa…no  hacíamos cada día más que una parada de dos o tres horas,  durante las cuales descansaba yo un poco;  el resto del tiempo, estaba continuamente ocupado en observar con la brújula los  cambios de dirección del curso del río y,   con el reloj,  el tiempo que empleábamos de una a otra vuelta, en medir la velocidad de la corriente, la de la canoa,  la anchura del río y la longitud de sus islas…”.

En semejantes parajes, evitaban ir a tierra por miedo a ser  asesinados.  La Condamine  se había provisto de armas de fuego:   “…que ellos temen mucho, aunque menos terribles que sus flechas envenenadas;  tenía solamente en mi canoa, dos fusiles y  cuatro pares de pistolas. Pronto me di cuenta de que era una provisión inútil;  me sirvió como obsequios en el camino,  para nuestros huéspedes y para nuestros guías”. 

El 5 de Agosto desembarcan en San Pablo y en Coari,   la primera y la quinta  de las misiones   portuguesas que se encontraban  en el margen austral del río Amazonas.   Tocan tierra en el Fuerte Portugués, entrando en el Río Negro y pasan al Río da Madeira,  por el Fuerte Pauchis y llegan a  la desembocadura del río Topayos. 

Después de dejar  la Cordillera de los Andes, no habían vuelto a observar montañas.   Hacia el   4 de septiembre, en dirección al norte, se  encuentran las primeras y  únicas montañas a unos 73  kilómetros  tierra adentro.     

 De acuerdo al  registro de la ruta de La Condamine, se encontraban al sur de Cayena y,  con certeza, concluyó que ese terreno habría sido idóneo para  las operaciones  hechas en la provincia de Quito;   por ser una planicie, el trabajo hubiese sido más  llevadero y   el hecho de hacerlo en territorio  francés,  habría significado mayores facilidades  administrativas y apoyo gubernamental.
   
A continuación, entran al río Xingú  y,  posteriormente,  al río Pará, donde había  enorme comercio con Lisboa y la única moneda usada era el cacao.  Al realizar  el trayecto del  Pará a Cayena,  La Condamine tenía como uno de sus objetivos terminar el mapa del río Amazonas  y medir el ancho de  la desembocadura de este río.

La Condamine   deseaba  regresar directamente  a Francia, pasando por la Martinica,  por razonas igualmente  científicas.  Su intención era medir la diferencia de inclinación del horizonte para poder observar, con un determinado método,  la desigualdad de los grados del meridiano y del ecuador.

A comienzos de 1744,  sale del Pará  en una piragua  con puente  navegada  por  22 remeros de tripulación.  Con dificultad, pasaron por   la punta de  Maguari,  peligrosa porque estaba rodeada de arrecifes,  y por  la isla de Tigioca,  con la cual  forman la desembocadura  del río del Pará.   A continuación,   atraviesan el canal del río Amazonas,   con un ancho de alrededor de 58 Kilómetros, comprendidas  en el canal tanto la isla de Maguari  como la de Tigioca.


Plano del curso del río Marañón y del Amazonas por Charles Maria de la Condamine


El 26 de febrero de 1744 llega a Cayena y permanece allí 4 meses y medio, siempre a la espera  de poder embarcarse en algún navío a  Francia, pues aunque hubo  siete u ocho navíos, no lo hizo por temor a ser interceptado por los corsarios  debido a la guerra  entre España  e  Inglaterra.   El   22  de Agosto parte de Cayena a Surinam y llega el 27 a la desembocadura del río  Surinam, pasa por Paramaribo y parte a Ámsterdam en un barco de guerra holandés  de catorce cañones, cargado de café y  con doce tripulantes.    Por muy poco, escapan de ser asaltados por unos corsarios ingleses y el 6 de noviembre se acercan  a las costas de Bretaña y  Calais. Llegan a  Ámsterdam  el 30 de Noviembre,  donde  La Condamine  sintió  que  todas sus angustias y penurias pasadas podían ser al fin olvidadas.

La falta de un pasaporte lo obligó a detenerse  en Holanda  durante dos meses, por lo cual,  llega a Paris el 25 de febrero, casi diez años después de su partida.

La Condamine fue presentado al Rey y en la asamblea pública  de la Academia de Ciencias de Paris lee por primera vez su informe  el 28 de abril, es decir,  la “Relación  sobre el río de las Amazonas”.  A su llegada, entrega  una colección de más de 200 piezas de historia natural y  de obras de arte adquiridas en Quito, en el viaje por el Amazonas, en  Pará, en Cayena,  en Surinam y en  Holanda.

Más allá de su incansable trabajo, experimentos y estudios,  su vida amorosa fue corta y desconocida.  Posiblemente, no tuvo tiempo para el amor.  A pesar de ello,   en  los últimos años de vida, se enamora de su joven sobrina, cincuenta años menor a él.  El pasaba de los 68 años y ella no llegaba a los 18, lo que produjo burlas y críticas en la  corte francesa.   El deseo de casarse con  la sobrina fue tan fuerte  que  decide viajar  a Roma para implorar al Papa Benedicto XIV la necesaria dispensa de matrimonio por la  relación de parentesco que existía entre ellos.  El Pontífice  le autoriza y da la bendición apostólica.  De vuelta a  París,  se celebra la boda entre  risas y  comentarios;  terminó sus días en París en 1774 a  los  73 años de edad.

¡Algo es cierto… fue un hombre extraordinario!   Sus virtudes académicas, intelectuales y  morales  trascienden las fronteras y los continentes.   No es exageración decir que a lo largo de la historia del Siglo XVIII, pocos hombres reflejan tan singularmente  el espíritu de la época como Charles Marie de La Condamine.   No solo las ciencias exactas y naturalistas  se ven acrecentadas con su personalidad, sino también el sentido humanista de la vida, al que altruistamente  dio enorme valor.   No es posible comprender  su vida y su obra  sin una perspectiva humanista y, siempre con una energía emocional y física más allá de lo común,  nos dio un legado científico e intelectual  que hasta hoy  nos sirve de referencia histórica.       
Autora: Liliana Ruales Moncayo
Correo electrónico: lrualesm@yahoo.com
Teléfono: 099 274 1203

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