Los viajeros por América y el mundo
Los viajeros por América y el mundo
De cuando el mundo cambió
En los siglos previos a la conquista española, el Ecuador prehispánico estaba compuesto por grupos aborígenes pertenecientes a diferentes fases culturales con su respectivo estado de desarrollo y manifestaciones en un lugar y tiempo determinados, sin embargo, los fenómenos culturales de estas fases estaban siempre en constante cambio.
Aproximadamente y a partir del año
500 d.C., las fases culturales que habitaban el Ecuador
correspondían al período de Integración. Por ejemplo, en la Costa estaban las
culturas Milagro, Manteño y Milagro-Quevedo. En la Sierra norte, central
y sur estaban Urcuquí, Cuasmal, Chilibulo, Puruha, Cosanga Píllaro III y IV, y
Cañari. Además, los Incas ya se habían expandido en la Sierra, con permanentes
disputas por el poder y dominio. En el Oriente norte, central y
sur, se ubicaban Napo, Cosanga III y IV, Tiguacuno y Macas.
Ilustración: Las tres
carabelas de Colón: La Pinta, la Niña y la Santa María que usó en su primer
viaje.
Los grupos humanos que poblaban los diferentes nichos ecológicos debieron relacionarse mutuamente para obtener el intercambio de productos y, para ello, establecieron colonias en diferentes hábitats para manejar la producción de manera más efectiva; comienzan a aparecer los mercados entre las etnias, para lo cual, determinados productos agrícolas o artesanías cumplían la función de moneda o a manera de trueque produciéndose, paulatinamente de esta manera, el interés de monopolizar la riqueza y el poder por parte de los jefes de las comunidades locales
Ilustración: Llegada de Cristóbal Colón a América, según ilustración, Colón murió sin
conocer que había llegado a un nuevo continente, estuvo convencido que había
llegado a las Indias en el Asia
Con su llegada a América, Cristóbal Colón cambió al mundo y se convirtió en uno de los grandes viajeros del nuevo mundo, fue el punto de partida para que grandes riquezas lleguen a España y a Europa y el mundo dejó de ser el mismo. No interesa si Colón fue o no el primero en llegar a América, la verdad es que su llegada cambia la sociedad en Europa, América y el mundo. Colón murió con la certeza de que había llegado al Asia o a las Indias, pero gracias a sus cuatro viajes se abrieron nuevas rutas por el mar, siguieron los portugueses y Europa conquistó el resto del mundo.
Simultáneamente al descubrimiento de América en 1492 y la fundación de las primeras ciudades en América, el Imperio Inca había ejercido dominio y estuvo apenas alrededor de cien años antes de la llegada de los primeros españoles, llegando en su extremo norte hasta la provincia del Carchi (hoy Ecuador) y, en el extremo sur, hasta Chile y la Argentina. Los Incas tuvieron como columna vertebral la sierra de los Andes y cubrieron hasta la Costa, inclusive se cree que ellos navegaron por el Océano Pacífico.
Sin embargo, la
colonización española se realizó de forma bastante rápida debido, en
parte, a la ayuda de las etnias locales. Las referencias sobre las
comunidades y grupos indígenas en los primeros escritos de los cronistas e,
incluso, en las relaciones de servicios y méritos de los
primeros conquistadores al Rey, dan clara muestra de la ayuda que
recibieron por parte de las etnias locales que se pusieron del lado
español para librarse del dominio inca. Curiosamente, tanto los españoles como
los incas eran considerados “extranjeros” entre las etnias locales, en el
territorio de lo que fue después la Real Audiencia de Quito y de la
Presidencia de Quito.
Felipe II de España (16-01-1556/13-09-1598) fue Rey de España, Portugal, Sicilia, Cerdeña, duque de Milán, soberano de los Países Bajos y Duque de Borgoña, Rey de Inglaterra e Irlanda. España y el mundo crecieron gracias a los viajeros que fueron en búsqueda del oro y la plata. Los reyes de España incentivaron a los viajeros y, muchas veces, financiaron sus viajes.
En este territorio, vasto y desconocido, se creó una incipiente estructura administrativa gubernamental, como tal fue el interés del Rey, sin embargo, se demoró cinco años en llegar el primer Presidente de la Real Audiencia de Quito desde España.
La Presidencia de Quito comienza a recibir los primeros viajeros y cronistas desde el inicio de la Conquista, cuyos destinos y periplos tenían como objetivo no solamente definir y recrear su propia existencia sino también obtener un medio de vida y de subsistencia en la España de ultramar. Difícil habrá sido acometer y cumplir a cabalidad la misión de cronistas, relatores e intérpretes de una realidad tan lejana como ajena a ellos, puesto que el trabajo de relatar y describir se convierte en la propia fuente de su conocimiento, pues los relatos y las crónicas son escritos con detalle y solemnidad.
Ilustración: Felipe II de
España (16-01-1556/13-09-1598)
Felipe II fue Rey de España, Portugal, Sicilia, Cerdeña, duque de Milán, soberano de los Países Bajos y Duque de Borgoña, Rey de Inglaterra e Irlanda. España y el mundo crecieron gracias a los viajeros que fueron en búsqueda del oro y la plata. Los reyes de España incentivaron a los viajeros y, muchas veces, financiaron sus viajes.
En este territorio, vasto y desconocido, se creó una incipiente estructura administrativa gubernamental, como tal fue el interés del Rey, sin embargo, se demoró cinco años en llegar el primer Presidente de la Real Audiencia de Quito desde España.
La Presidencia de
Quito comienza a recibir los primeros viajeros y cronistas desde el inicio de
la Conquista, cuyos destinos y periplos tenían como objetivo
no solamente definir y recrear su propia existencia sino también obtener
un medio de vida y de subsistencia en la España de ultramar.
Difícil habrá sido acometer y cumplir a cabalidad la misión de cronistas,
relatores e intérpretes de una realidad tan lejana como ajena a ellos,
puesto que el trabajo de relatar y describir se convierte en
la propia fuente de su conocimiento, pues los relatos y las
crónicas son escritos con detalle y solemnidad.
Ilustración: Los viajes de los españoles por mar, según dibujo del Inca Guamán Poma de Ayala.
Debemos estimar que en los Siglos XIX y XX, los viajeros obtienen, previamente a su viaje y en medida de lo posible, las referencias concretas, abundantes y documentadas de los lugares a visitar y de sus pobladores en cuanto a costumbres, lenguas e información geográfica, etc.; entre los Siglos XVI y XVIII, tales referencias documentales son mucho menores, dejando a los viajeros mayor libertad, a causa de su desconocimiento, para la recopilación de información y para la interpretación de lo observado, de manera que, los objetivos de viaje fueron declaradamente heroicos, tenaces, al punto de convertirse en viajes temerarios y, en algunos casos, con un enorme deber y peso religioso como riesgo físico para sus vidas.
En los primeros siglos, en los siglos XVI y XVII, de muchos de los temas sobre los cuales relataban, había muy poco escrito, por ejemplo, de las costumbres diarias y formas de la vida cotidiana, de las leyes comunitarias en cuanto a la tenencia de la tierra, etc., fundamentales para entender la identidad y existencia de las personas.
Si bien los viajeros y cronistas han tenido la posibilidad de re-crear en nuestras imaginación a través de sus testimonios, auténticos y directos, lo que ellos percibían y observaban, debemos reconocer que, voluntaria o involuntariamente, plasmaban sus opiniones entregándonos su propio y determinado punto de vista.
Sin embargo, las descripciones y relatos de los viajeros deberían estar separados de un punto de vista perspicaz y profundo, acción imposible de realizar en la práctica cotidiana de la escritura.
Para sus autores, los relatos, escritos o libros de viaje fueron la descripción e interpretación de la vida de determinados grupos sociales y hechos, percibidos y observados a través de su personal y particular lente emocional, cultural, científico, religioso, etc.
Cabe señalar que todo documento escrito se convierte en una fuente documental, tales como memorias, cartas, correspondencia diplomática, correspondencia familiar, correspondencia comercial, relatos y escritos, acompañado de mapas, dibujos o grabados, fotos, etc.
Un escrito o relato debe cuidar de la estructura y contenido a través de una delimitación del tiempo (fechas) y del espacio geográfico.
El Siglo XVI es el siglo de los grandes descubrimientos geográficos, se otorga gran importancia a los viajes marítimos, especialmente a América. Europa se veía abocada a enfrentar largas guerras entre las distintas coronas y, debido a la necesidad de recursos económicos, los viajes de ultramar ayudaban a comprender y perfeccionar el manejo del Nuevo Mundo, se afianzan los poderes reales europeos mediante la extracción de oro y de plata en las colonias, sentando las bases para el crecimiento económico mediante el aumento del comercio con el transporte marítimo.
Los relatos y crónicas sobre vastas regiones americanas no solamente se abren a la geografía y a la cartografía, sino también a la flora, fauna, etnografía, arqueología , incluyendo temas sobre la vida cotidiana de los diferentes grupos étnicos con abundancia de detalles y referencias a vestimenta, ritos, reglas y formas de vida comunitaria, entre otros.
Es necesario suponer que los viajeros descubren, exploran, sistematizan información y, muchas veces, incluso colonizan nuevas tierras a través de la formación de sus propias descendencias y familias.
En el Siglo XVI, Cristóbal Colón
ofrece un extraordinario relato de viaje de ultramar
con aquel: “Diario de Colón: Libro de la primera navegación y
descubrimiento de las Indias”, transcrito del manuscrito original de Fray
Bartolomé de las Casas y escrito por Colón en Octubre de 1492.
Ilustración: Fray Bartolomé de las Casas, representado como salvador de
los indios en una pintura de Félix Parra (tomado de Wikipedia).
Fray Bartolomé de
las Casas, fraile español de la orden de los dominicos, fue gran defensor
de los derechos de los indígenas, estuvo contra los horrores y abusos que se
cometían con ellos, por eso le dieron en Europa el título de “Defensor de los
Indios”.
Otra completísima
crónica la tenemos en la Crónica del Perú, escrita por Pedro Cieza
de León en 1554, que hace referencia a las fundaciones de las nuevas ciudades,
demarcación de provincias, costumbres informaciones de variada
índole sobre los pueblos en las Indias.
Igualmente, debemos mencionar a Charles Darwin quien, con 22 años, comenzó su periplo de cinco años por Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, las Islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda, Australia, entre otros. Este viaje fue el inicio de la teoría del origen y evolución de la vida en la tierra, la cual proponía que las especies no son inmutables, en las cuales la herencia y el medio ambiente interactúan produciendo nuevas formas de vida. Las observaciones de Darwin sobre la vida de los nativos y sus costumbres no han quedado desapercibidas.
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Un Hombre Universal: Charles Marie de la Condamine.
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Los viajeros por América y el mundo.
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A propósito de los “Picaflores”
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